miércoles, 31 de agosto de 2011

El último picnic



Los truenos resonaban fuertemente fuera de la casa de verano, lo que resultó ser un día soleado se tornó en esto, una especie de diluvio torrencial. El picnic que tuve con mi hermano lo disfrutaron más las plantas pues ahí fue donde se quedo toda la comida mojada. No tuvimos más remedio que refugiarnos. Dentro, todo se veía diferente, como si fuera alguna especie de fantasía. A mi hermano le gustaba bastante, a mi me aterrorizaba, pero no se lo decía ya que era la mayor y debía mantener ese puesto libre de toda imperfección ante mis padres.
Nos quedamos en la única parte iluminada de toda la casa, esta tormenta no me estaba gustando para nada. Mi hermano no dejaba de temblar así que le dije que fuera por una cobija, pero como siempre, no me hizo caso, así que yo fui por ella, subí lentamente las escaleras porque mis zapatos se pegaban al piso y al despegarlos, hacían un sonido algo perturbador. El camino para el segundo piso se veía interminable, pero cuando al fin logré subir escuché a mi hermano lanzar un grito como aquellos que solemos hacer cuando nos cortan un dedo, bajé las escaleras lo más rápido que pude, y encontré a mi hermano sentado en la misma posición donde lo había dejado. Comencé a sudar, no podía creerlo.
-¿Santi estas bien?- le dije tan rápido que prácticamente lo escupí. Mi hermano giró su cabeza y me miro con esos ojos de incomprensión total.
- ¿A qué te refieres Ceci?- casi pude sentir como sus cejas formaban un pequeño puente.
-Es que acabo de oír un grito…y me asusté, pensé que te habías hecho daño-
- Yo no he oído nada, de verdad- Dijo calmándome con la mirada
Estaba segura de haberlo oído,  a menos que esta tormenta me esté volviendo loca…pero no puedo estar loca ¿verdad? No, no podría estarlo, solo estaba un poco asustada, si eso era todo. Volví a subir las escaleras pero esta vez más rápidamente, entre al cuarto principal y cogí la primera frazada que encontré, cuando estaba saliendo se enganchó un hilo con el metal de la puerta. Ahí estaba de nuevo, ese sentimiento de angustia. Creo que si me estaba volviendo loca. Lo desenredé y algo cogió mi hombro, era como una mano indicándome que algo andaba mal. Grité y cerré los ojos tan fuerte que por un momento pensé que los tenía dentro del cerebro. Bajé las escaleras a tientas, busqué a mi hermano, grité su nombre y no hubo respuesta.  ¿Dónde podría estar?
Me senté donde hace unos instantes había estado y no pude contener mis lágrimas, esas lágrimas que saben a miseria, a dolor, que empalagan hasta el pensamiento. Repentinamente, la misma mano que me había agarrado en el segundo piso, hizo su aparición. Pero esta vez fue algo como una especie de despedida, volteé esta vez más decidida que antes y en el suelo solo encontré un bulto envuelto en papel, lo abrí cuidadosamente y me di cuenta que era un dedo…pero no era un dedo normal…era el dedo de mi hermano.
Quien fuera que haya sido esa persona con la que hablé hace un momento, era cualquiera, cualquiera menos mi hermano.

2 comentarios:

  1. OH ! ME ENCANTOO ! PERO QUE MIEDO !
    LINDO BLOG ! PASATE MAS SEGUIDO POR EL MIO ESCOBEDOJIMY.BLOGSPOT.COM BESOSS!

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  2. Ganas de escribir algo,soy karen jajaaja

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